martes, 14 de febrero de 2012

Testimonio de Matías, hijo de Carlos Moreno

Reproducimos los principales conceptos de la declaración de Matías Facundo Moreno, realizadas este viernes por la tarde al Tribunal Oral constituido en Tandil.

“A los 16 años, en el año 1991, fue la primera vez que leí la causa, y conocí todo lo relacionado con la muerte de mi padre. Fue un quiebre. Pero me permitió conformar mi identidad y encontrar justicia, creando la Agrupación Hijos de la Regional La Plata. Con la llegada de la democracia, mis abuelos hicieron la segunda denuncia después del habeas corpus inicial de los abogados en Azul, pero la justicia en ese momento hablaba de los dos demonios, y tuve que traer a mi viejo a la tierra, con sus aciertos y contradicciones”.

“En el 97 empecé a viajar a Olavarría, porque creía que en esa ciudad podía conocer otros detalles de mi padre, la legitimidad del reclamo, no solo de familiares, sino de amigos y compañeros de lucha”.

“Tengo un parecido físico con mi padre, se quebraban al verme, tengo muchos elementos sobre sus investigaciones, por los casos de insalubridad en la fábrica de cemento y el inicio de denuncias contra Loma negra para que no quede que muchos empleados morían por problemas de tabaquismo, cuando en realidad morían por una contaminación que luego profundizamos en un video documental realizado en el año 20007, que nos lleva a pensar que el secuestro, tortura y muerte de mi padre tuvieron que ver con estas investigaciones”.

“No entiendo a estos buenos vecinos de esta ciudad (los Méndez), que ofrecieron su casa de fin de semana, un muy lindo lugar, para torturar a personas secuestrados por los militares en la época de la dictadura, con la impunidad con la que se manejaban. Este señor sentado aquí, que representa la muerte, se desesperan por el intento de escape de mi padre. Quien es asistido por la familia Marchioni, quienes contaron lo ocurrido, hasta que después aparece muerto en La Plata, cuando nos entregan su cuerpo”.

“Recibimos presiones para que no fuera enterrado en Olavarría y no olvido en la primaria que a los hijos de subversivos no nos permitían sentarnos en las filas de adelante. Eso ocurrió en la época de la reconciliación por el terror, por eso iniciamos una suerte de escraches, como acá en Tandil, en la casa de Emilio Méndez, en la calle Necochea, que fue un alcahuete del régimen, cuando nos escoltaron hasta que salimos de esta ciudad, y nos dejaron recién cuando llegamos al cruce de las rutas 74 y 29”.

“En el 2004, con la derogación de las leyes por parte de Néstor Kirchner, se inició un nuevo camino, con una nueva presentación a la justicia, ante el Dr. Juan José Comparatto, y eso fue muy sanador, como sociedad, porque pudimos tener una decisión clara de terminar con las políticas de impunidad”.

“Pasaron siete años, es mucho tiempo, una causa por demás avanzada, con una nueva exhumación del cuerpo de mi padre, pero llegamos a esta realidad, con un juicio que esta comenzando y del que esperamos que se haga justicia”.

“Por suerte, ahora en Olavarría lo recuerdan a mi padre como abogado laboralista, y no como peligroso extremista, y tiene un mural, una baldosa (donde lo levantaron) y hasta un establecimiento educativo con su nombre”

“La responsabilidad por fuera de los imputados está enmarcada en los testimonios, y eso nos lleva a pensar que Lacroce de Fortabat como el Coronel Premoli, no son ajenos a todos lo ocurrido con mi padre, y eso es lo que estamos pidiendo que se investigue”.

“Por eso pedimos que se haga justicia, no solo por mi padre, sino por los trabajadores que integraron las listas negras por ser denunciantes contra esa empresa. También para los amigos de mi padre, que lloran cada vez que hablamos de él”.

“A los asesinos, les digo que ellos el 29 de abril se llevaron a un padre, un hermano, un hijo, un esposo y un amigo, pero no pudieron llevarse el orgullo de tener el padre que tuve”.

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