lunes, 27 de febrero de 2012

El ex jefe militar hace teatro con un rosario y una cruz

Pappalardo conocido con su crueldad.

En un clima tenso, el militar Pappalardo se declaró inocente y pidió la absolución
 Un policía con escudo protegió la espalda de Pappalardo durante la media hora de su defensa.
Negó todos los cargos que lo inculpan en el caso Moreno. Sacó una cruz y un rosario, y quiso engañar al Tribunal leyendo un documento sólo en la parte que lo beneficiaba. Indignación de familiares y militantes.

Sin arrepentimientos, con rostro incólume y voz enérgica, Roque Italo Pappalardo enfrentó el micrófono. Eran las 11.25. Pidió una pizarra para dibujar sus argumentos, pero al final, nunca la uso. Al jefe militar le llueven pruebas en su contra: múltiples torturas, secuestros y desapariciones en Tandil lo señalan como organizador y ejecutor. Y en pleno estado de derecho, hizo uso de la facultad que le asiste: declarar ante la Justicia. Una oportunidad que ninguna de sus víctimas tuvo en los oscuros años de la dictadura.
La sexta jornada del juicio oral y público por el asesinato de Carlos Alberto Moreno halló en el testimonio de uno de los imputados un momento que paralizó a todos en el Aula Magna. Al hablar el castrense, en el auditorio se dejaban ver rostros con lágrimas, signos de impotencia: algunos abandonaron la sala, porque no podían aguantar las palabras del hombre acusado de crímenes aberrantes.
Pappalardo pidió hablar en medio de un sinnúmero de testimonios que lo apuntan como el autor de interrogatorios salvajes, a punta de picana y sin contemplación alguna. En su discurso, confrontó de lleno con el fiscal general Daniel Adler, y hasta se animó a leer un documento en forma parcial, destacando sólo la parte que lo beneficiaba y soslayando el resto, cuestión que le valió la advertencia del juez Roberto Falcone.
En concreto, el ex integrante del Ejército basó su defensa en tres ejes: primero, que el área en que se desempeñaba no intervenía en operativos "contra la subversión"; segundo, desmentir una comunicación vía radio entre la Policía y su persona para liberar a Ojeda tras la persecución a Moreno y marcar contradicciones en la testigo clave Petronella Posal, casera del club "Los Cardos" que vio todos lo que sucedía en la Quinta de Méndez.
A su vez, y ya fuera de la causa, Pappalardo prefirió no referirse a la guerrilla, y dijo "no compartir los métodos" de provocación en medio de este tipo de juicios. También se amparó en la religión al sacar una cruz y un rosario, símbolos cristianos que el Tribunal respetó pero solicitó apartarlos del proceso, "ya que aquí estamos juzgando un hecho del que usted es imputado y la fé no tiene nada que ver", especificó Falcone.
Luego de que el castrense arremetiera contra las "vaguedades" de la acusación, se levantó y salió de la Universidad Nacional del Centro como en cada jornada del debate: bajo una andanada de epítetos que lo sindican como asesino y torturador, fuertemente custodiado por la Policía.


"NUNCA JUAREZ PUDO HABLAR POR RADIO CONMIGO"

La declaración de Pappalardo se dio en un clima de mucha tensión. Cerca de las 9, antes de comenzar la audiencia, un joven fue retirado de la sala porque al entrar los procesados, gritó: "milico hijo de puta, cagón, cobarde, Pappalardo, yo estoy orgulloso de mi viejo". El chico también cargó contra Julio y Emilio Méndez.
Minutos después, cuando se retomó el debate, la defensora oficial del jefe militar anunciaba que su asistido iba a declarar. Era la primera vez que uno de los 5 imputados brindaba la indagatoria. Pappalardo no permitió preguntas, y leía un ayuda memoria. Describió la cadena de mandos del Ejército, para sostener que el Batallón Logístico donde él era jefe no intervenía en procedimientos que los militares denominaban "antisubversivos", sino que lo hacían las unidades de combate, así como el Regimiento de Infantería, Caballería y otros.
A su vez, afirmó que técnicamente era "imposible" una comunicación radioeléctrica entre el oficial Juárez (detenido por falso testimonio) y su persona para liberar al militar demorado por la Policía en cercanías de la chacra. "No existe ninguna Radio Experimental Ejército", añadió el acusado. "El fiscal habla de generalidades, pero nunca dice cómo, qué y cuándo. Es más, nunca dice Pappalardo dispuso" tal cosa, alegó.
"Mal me pueden endilgar tareas propias de un jefe de batallón, cuando yo era el tercero en la escala de mando, tenía dos superiores arriba", dijo para desprenderse de los cargos. Y desmintió que haya recibido "órdenes de ese tipo", esto es, secuestrar, torturar y matar personas. Como algunos fragmentos de su relato adelantaban términos del alegato -paso procesal que vendrá después-, Pappalardo fue instado a hablar del caso Moreno, y sólo de eso. Pappalardo también cometió un fallido al proferir: "en el lugar en que supuestamente se mató a Méndez", cuando la víctima es Moreno, y Méndez está acusado de colaborar para mantener cautivo al abogado laboralista olavarriense.
"En conclusión, el oficial Juárez nunca pudo hablar por radio conmigo porque no podía haber tal comunicación", reiteró al sostener que las manifestaciones del policía "carecen de fundamento". Pappalardo también ironizó deslizando que algunos de los presentes en el público "se acuerdan del ataque al Regimiento de Azul en 1974 porque quizás hicieron algún aporte logístico" al ataque "guerrillero". Ese improperio le costó la inmediata amonestación del Tribunal, que exigió “respeto” en el desarrollo de la audiencia.
Tras estos dichos, y el cuarto intermedio hasta el jueves próximo a las 12.30, se llevó a cabo el tumultuoso egreso de los 4 imputados -faltó José Luis Ojeda-. Efectivos de la Bonaerense y la Federal montaron un operativo de distracción para que los militantes no se abalanzaran contra los patrulleros. Y fragmentaron la salida en dos puertas.

PERITO

Por otro lado, se supo que el ex teniente coronel Aníbal Verdura, organizador de la represión ilegal en Olavarría, debía declarar como testigo en esta causa pero desde la provincia de Corrientes se excusó por razones médicas, mediante un certificado de su galeno personal. De todos modos, los jueces ordenaron que un perito forense determine si la gravedad de su cuadro le impide comparecer.

BALQUINTA Y SU INTERCESIÓN ANTE VERDURA

El ex comisario Alberto Balquinta estaba al mando de la Comisaría Primera de Olavarría en 1977, cuando ultimaron a Moreno. Ayer asumió que tomó la denuncia de la desaparición del abogado, formulada por los letrados Rocha Campos y Aramburu. "Eso se elevó al juez Pagliere y no recuerdo más", remarcó. Pero su rol en el tema no concluyó allí. Balquinta le gestionó a los miembros de la Asociación de Abogados una reunión con Verdura en la propia seccional, cuando ya se había consumado el asesinato. "En ese momento, Verdura estaba en Tandil, no sé porqué", adujo. Ante la insistencia del fiscal Adler, sobre las hipótesis que manejaba la Policía como responsable de la investigación, respondió: "lógicamente que eran fuerzas militares, ahí nos enteramos de todo". Esta declaración fue suspendida y continuará la semana que viene, a la espera de documental que "refresque la memoria" de Balquinta.

LA EMOCION DE LAS VICTIMAS

También hablaron ayer los ex detenidos Victoria Argentina Rodríguez, Jorge Puggioni, Anselmo Luján Gómez, Carlos Saglul y Walter Fernández. Estas declaraciones volvieron a conmover por el dramatismo y la crueldad que sufrieron en sus cautiverios, con patrones comunes como "La Huerta", la quinta "Las Acacias", el ISER y posiblemente la Quinta de Méndez como los centros clandestinos de detención que funcionaron en la ciudad.

SU FRAGIL SALUD LE IMPIDIO DECLARAR

Las expectativas del juicio también estaban depositadas en la palabra de Petronella Paula García de Posal, la ex casera de "Los Cardos" que con sus ojos registró los días en que militares ocuparon la casa de la chacra de Méndez, donde por las noches se escuchaban gritos de personas sufriendo. La anciana fue traída por la fuerza pública, en silla de ruedas. Su testimonio era clave, pero la frágil salud mental de la persona hizo inviable el testimonio. Al entrar la abuela dijo en forma espontánea: "lo agarraría del cogote a Méndez, te vendiste por unos pesos". También lloró al grito de "porqué me hacen esto a mí", evidentemente molesta con la obligación de comparecer.

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